Saturday, October 23, 2010

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Estamos en Hoi An, un hermoso pueblo practicamente en el centro de Vietnam. Esta ciudad está conformada por pequeñas callecitas, edificios coloniales y un río que le da magia al lugar. Por la noche muchas lámparas orientales iluminan la ciudad y salir a caminar por ese laberinto de callejones es una experiencia inolvidable. Otra cosa que hace famoso a Hoi An, son los cientos de casas de satres y modistas que abundan en todas las calles, en una cuadra se pueden pasar de 4 a 6 tienda,s por lo tanto es algo típico confeccionarse desde vestidos hasta botas de cuero. Para Martín fue algo sin importancia, pero para mi en cierto sentido fue la muerte y tuve que controlarme para no gastar mis ahorros acá. Las modistas te hacen lo que se te ocurra con la tela que eligas en cuestiones de horas, elegís el modelo, la tela, te sacan las medidas, al otro día vas, te probas, te ajustan y te fuiste feliz de la vida. Vamos, el paraíso para todas aquellas que somos locas por la ropa y los zapatos.
Como siempre, en estos pequeños pueblos, es bueno alquilarse una moto o unas bicis para salir a recorrer, acá optamos por la querida bicicleta y un día de mucho calor (como siempre) decidimos ir a la famosa "China Beach" (a la que iban los soldados americanos durante la guerra) la cual queda a 4 km de aquí, cuando estábamos llegando, muertos de calor, nos para un tipo y nos dice que le debíamos dejar las bicis a él (y pagarle, claro) antes de pasar a la calle de la rambla, por supuesto que no le creímos nada (algo feo de Asia es que los lugareños siempre tratan de cagar a los turistas, lo único que les interesa es la plata, no está bueno porque a veces uno con algo de ingenuidad termina sintiéndose un pelotudo, pero es así, lamentablemente ellos te quieren cobrar hasta por sacarles una foto), el tema fue que nos calentamos y nos dimos la vuelta para pensar que hacer bajo la sombra de un árbol, en una vimos que el hombre se había ido y arrancamos rápido en las bicis y seguimos de largo. Por fin pudimos ver la playa!, pero nos encontramos con que no se podía bañar y que tampoco te dejaban dejar las bicis en la vereda, así que enojados nos dimos la vuelta y nos vinimos a bañar a la piscina del hotel. Así es acá, hay que aprender a lidiar con estos asiáticos, una anécdota más para contar.
Van algunas fotos.

Son, un lindo lugar al que paramos a tomar algo.
Hoi An a la noche.
Así son los bares de Hoi An.
SU atardecer.






Las casas de ropa, por todas las cuadras, por toda la ciudad.
También de zapatos.
No podía fallar, tenía que vivir la experiencia.


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